Cuando llegué a Monterrey, me hospedé en el Hotel Sheraton del Centro Histórico. Edificios con grandes leyendas y arquitectura única en medio del suelo caliente que pasaban los 40 grados centígrados. Cada camino nos llevaba a descubrir un párrafo de una fábula o las líneas de la leyenda más consagrada de la Región.
Les contaré una experiencia personal bonita de Monterrey, México, kusto en la época que todavía se combatía la pandemia.
Tuve la oportunidad de visitar el Cerro de la Silla en Monterrey, uno de los íconos naturales más reconocibles de la ciudad. Subir el Cerro de la Silla es una experiencia maravillosa para los amantes de la naturaleza y el senderismo.
Acompañado por amigos locales, emprendimos una caminata temprano en la mañana para llegar a la cumbre del cerro. Mientras subíamos, pudimos disfrutar de impresionantes vistas panorámicas de la ciudad de Monterrey, con sus edificios altos y su paisaje montañoso.
A medida que ascendíamos por el sendero, nos encontramos con lugareños que también subían el cerro. Algunos de ellos llevaban consigo sus guitarras y comenzaron a tocar música ranchera, creando un ambiente alegre y festivo en medio de la naturaleza.
Llegar a la cumbre fue una experiencia gratificante. Desde allí, pudimos apreciar aún más la belleza del paisaje circundante y observar cómo la ciudad se extendía a nuestros pies. El aire fresco y limpio, el sonido de la música en vivo y la compañía de amigos hicieron de esta experiencia un momento inolvidable.
Al regresar, nos detuvimos en un puesto local de comida para probar auténticos tacos al pastor, una deliciosa especialidad de Monterrey. Comer al aire libre y compartir risas con amigos después de la caminata fue la manera perfecta de concluir este hermoso día.
Esta experiencia en Monterrey destacó la hospitalidad de la gente local, la belleza de la naturaleza en la región y la deliciosa comida que se puede disfrutar en la ciudad. Fue un recordatorio de cómo los viajes pueden brindar momentos inolvidables y enriquecedores.
Sobre la comida, un aroma y culto al paladar. La variedad es inmensa, lo original está en sus combinaciones, presentaciones y colores. Desde los tacos al pastor, las charolas de frijoles y las fajitas mixtas.
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